En mi viejo bunker, los días pasaban rápido o, al menos, eso pensaba yo. Llevaba demasiado tiempo sin ver la luz solar para saberlo con certeza. Fuera el sol había dejado de relucir, sólo se podía divisar vagamente una mortecina claridad crepuscular en raras ocasiones; el día que me adentré en los cañaverales con el cadáver de mi última compañera de refugio, no tuve suerte, la oscuridad seguía abrazando lo que mi vista alcanzaba. La máscara se resbalaba y mis pasos eran torpes debido a mi languidez. Dudaba si enterrar el cuerpo, perder tiempo y energías, o quemarlo, aunque llamara la atención de alguno de los indeseables seres que, ahora, acechaban cobijados por la nube artificial que, poco a poco, asfixiaba la vida del planeta. Decidí desnudarla, el traje anti-radiación ya no le era útil, la posé sobre la carcomida puerta y el arroyo la arrastró. La observé alejarse mecida por las negras aguas, la última vez que vería algo tan hermoso como el cuerpo de una mujer, pensaba, ¿qué corriente arrastró a la humanidad a este momento? El ruido fue atronador, el bunker quedó reducido a polvo, caí sobre mi espalda y la eterna noche, por un instante, se iluminó.

En mi viejo bunker los dias pasaban rapido, super quanticos, aun asi estaba enojada, todo afuera ya no le pertenecia a nadie y eso significaba que la humanidad absoluta cayó en el desamparo, en su propia casa, perdio el juego. Hemos de ser tan idiotas! Mira que regalar nuestra voluntad asi, sin mas… pero nos encanta la gaseosa via intravenosa, llorar lagrimas de cocodrilo con dramas virtuales y sentirnos importantes mientras paseamos por el asfalto con maletines llenos de papeles firmados por fantasmillas estafadores, en el mejor de los casos llevas un frasco de pildorillas que te hipnotizan.
No se si serviran de mucho. Afortunadamente esta Él, se la pasa haciendo magia, es divertido, porque de otra forma tendria que salir a romperlo todo.